En una época donde el mundo era más grande a tal punto que una comunicación con el exterior era un milagro existía un mundo virtual con algunas limitaciones. Factores técnicos y metereologicos eran los condicionantes. Un edificio o una barrera natural como el cerro nutibara podía ser la causa de una frustrada comunicación.
Quizás las radionovelas o programas como kaliman y arandu ya habían prendido la semilla para que la voz solo bastara para construir un universo que a veces era más tangible e importante que el real: el mundo de los oncemetros.
Casi todos llegamos por casualidad. Realmente no era el hobby más popular de la época. Comparado con el boom de Messenger o las páginas sociales de facebook, los oncemetristas éramos una especie un poco rara. La mayor parte de la gente recurría a los métodos tradicionales y directos para conocer personas.
Había un encanto en esos días y hasta meses que pasaban entre el encuentro casual por los once metros hasta el día del encuentro real. Encanto que muchas veces se convertía en desencanto pero muchas veces en el afianzar una amistad para toda la vida.
Para los que tenemos que convivir con la timidez, los oncemetros resultaba una formula perfecta. Salir del aislamiento y del silencio que se vivía en el mundo real. Así convivimos en esa inolvidable década del 80 cientos de personas a todo lo largo del valle del aburra. Se hacia el milagro de juntar gentes de diversos estratos, edades y niveles culturales que con la magia de la espontaneidad se fue organizando en muchos grupos.
Ahora que montaña revive esta época he tratado de echar cabeza sobre todo lo que vivimos en esos días. Tengo recuerdos remotos de principios de la década del ochenta donde la fiebre llegaba a extremos de pasar en vela en ruedas que ventilaban machismos temas. O tal vez con una agradable compañía donde las horas prácticamente pasaban sin darnos cuenta.
De esa intensa época muchas personas desparecen. Tal vez la mayoría. La vocación de oncemetrista no es de todo el mundo. Otros vuelven y resucitan después de algunos años. Se asombran porque aun estoy modulando después de tanto tiempo.
Otros que llamarían estandartes o casi instituciones en el medio siguen fieles a la frecuencia. Desconozco si un equipo de oncemetros aun sobrevive en el siglo 21 ante la magnitud de Internet. Quizás el hobby sea aun mas exótico que en esos días.
Lo que si considero de mucho valor es que esos qrz que ahora ventilan en el grupo oncemetristas Medellín de facebook, magistral idea de montaña móvil aun permanezcan en nuestra memoria. Que se recuerden detalles, frases celebres, metidas de pata, y hasta ese tono de voz que aun resuena en nuestras mentes a pesar del tiempo.
Bienvenida pues esta nueva era de oncemetristas Medellín. Después de 20 o hasta 30 años muchas cosas han pasado en nuestras vidas. Mucha agua ha corrido bajo el puente. Algunos ya se habrán marchado de este mundo. Otros estamos muy lejos pero listos a contar esas historias que van reviviendo en la memoria.
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