Había una canción en los 80s que se titulaba: el video mato a la estrella de radio. Hablaba de la llegada de los tiempos de los video-clips y como las cadenas de televisión tipo MTV arrollarían a las emisoras radiales y sus animadores.
Si fuéramos compositores de canciones, podríamos decir igualmente ahora que el Internet mato a la radio afición . O mas bien que el Internet mato a las estrellas de nuestra radio. El video y la imagen en si con sus mil palabras no alcanzo a derrotar el encanto de la radio. Ahora aparece el Internet, que puede emular lo que hacíamos en esos tiempos con las uñas. Emular si, pero no igualar.
Andrés Melcocha recuerda su primer DX con Iquique en la estepa chilena. Veinte y tantos años después y con solo escribir esa palabra surgen como por arte de magia fotos, artículos, videos, documentos y todo lo que podamos imaginar de esa ciudad del cono sur. Si quisiéramos escuchar la radio de esa ciudad, aparecerán sin duda sitios para sintonizarla, incluso si quisiéramos hablar con alguien de esa ciudad, algo tan escaso en los 80s como el naranjal valenciano del álbum de chocolatina jet, hoy solamente y con el mínimo esfuerzo de un click deberíamos ir a una sala de Chat de esa ciudad, que seguramente existirá.
Pero Andrés y muchos de nosotros fabricamos las antenas con unas precarias instrucciones que hablaban de 2 varillas de aluminio ojala de media pulgada separadas por un aislante rígido que podría ser un tubo de PVC, o un pedazo de madera vieja. Todo esto atado a un mástil que preferiblemente pudiera ser rotado y así lograr la dirección deseada. Quebrando tejas y escalando hasta el lugar mas estratégico del pináculo de nuestras casas, vecinos y transeúntes miraban con extrañeza que es lo que ese desquiciado trataba de instalar en techo. Tal vez era una innovadora manera de suicidarse llamando al máximo la atención.
Después de la insolación, de arriesgar la vida Melcocha decide bajarse y dejar de jugar al maromero antes que empiece a tronar mas duro y morir electrocutado y pegado a la obra maestra de la tecnología que acaba de instalar.
Estática, ondas estacionarias, en fin toda esa polución electromagnética de la que tanto saben los expertos al parecer reina con la luz solar. Mi papá que era asiduo oyente de la onda corta, desde radio neederlands hasta radio habana cuba tenia que esperar avanzada la noche para encontrar la nitidez de las emisiones radiales. Aficionados a la radio, de onda corta o de banda ciudadana son igualmente habitantes de la noche como el celebre programa radial de los 80s. Y seguramente tarde en la noche las condiciones para los DX se mejoraban. Condiciones que eran por cierto bastante caprichosas y muchas veces efímeras. Se siente una gran alegría con el primer DX. Es como el premio al esfuerzo y la dedicación invertida en radios, antenas, equipos de amplificación, cacharreo para nuevas frecuencias. Es un logro de carne y hueso, como todos los que vivíamos en esos tiempos. De ahí su valor y su permanencia indeleble en nuestra memoria.
Hoy podemos hacer miles de trucos por Internet, y sacar del olvido decenas de colegas de aquellos tiempos. Podemos recrear y recordar con escritos, fotos, videos y todos los recursos que están a nuestro alcance. A pesar de la diferencia abismal entre Internet y la radio, el primer medio jamás lograra emular el encanto de la precaria radio de los años 80s.
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